Solar Radiation Storm
Las tormentas de radiación solar se producen cuando una erupción magnética a gran escala, que a menudo causa una eyección de masa coronal y una llamarada solar asociada , acelera partículas cargadas en la atmósfera solar a velocidades muy altas. Las partículas más importantes son los protones, que pueden acelerarse a fracciones significativas de la velocidad de la luz. A estas velocidades, los protones pueden recorrer los 150 millones de kilómetros que separan el Sol de la Tierra en tan solo decenas de minutos o menos. Al llegar a la Tierra, los protones, que se mueven rápidamente, penetran la magnetosfera, que la protege de partículas cargadas de menor energía. Una vez dentro de la magnetosfera , las partículas son guiadas por las líneas del campo magnético y penetran en la atmósfera cerca de los polos norte y sur.
La NOAA clasifica las tormentas de radiación solar utilizando la Escala de Clima Espacial de la NOAA, en una escala de S1 a S5. Esta escala se basa en mediciones de protones energéticos realizadas por el satélite GOES en órbita geosincrónica. El inicio de una tormenta de radiación solar se define como el momento en que el flujo de protones con energías ≥ 10 MeV iguala o supera 10 unidades de flujo de protones (1 ufp = 1 partícula*cm⁻²*s⁻¹*ster⁻¹). El final de una tormenta de radiación solar se define como la última vez que se mide un flujo de protones ≥ 10 MeV igual o superior a 10 ufp. Esta definición permite que múltiples inyecciones de erupciones y choques interplanetarios se incluyan en una sola tormenta de radiación solar. Una tormenta de radiación solar puede persistir durante períodos que van desde horas hasta días.
Las tormentas de radiación solar causan diversos impactos cerca de la Tierra. Cuando protones energéticos colisionan con satélites o personas en el espacio, pueden penetrar profundamente en el objeto con el que chocan y causar daños a circuitos electrónicos o ADN biológico. Durante las tormentas de radiación solar más extremas, los pasajeros y la tripulación de aeronaves que vuelan a gran altitud en latitudes altas pueden estar expuestos al riesgo de radiación. Además, cuando los protones energéticos colisionan con la atmósfera, ionizan los átomos y moléculas, creando electrones libres. Estos electrones crean una capa cerca del fondo de la ionosfera que puede absorber ondas de radio de alta frecuencia (HF), dificultando o imposibilitando la comunicación por radio.